La elección del tipo de iluminación impacta en la eficiencia y estética de cada espacio. Las luces LED destacan por su bajo consumo y larga duración, mientras que las bombillas clásicas aportan calidez. Adaptar la iluminación a cada entorno asegura confort visual y ahorro energético, clave en hogares y espacios profesionales.
La temperatura de luz, medida en Kelvin, define el ambiente de cada espacio. Las luces cálidas (2.700K-3.000K) crean entornos acogedores, ideales para hogares. Las neutras (3.500K-4.500K) son perfectas para oficinas, y las frías (5.000K+) brindan máxima visibilidad en espacios industriales. Tecnologías como LED permiten adaptar la iluminación a cada necesidad.
El material del cuerpo de las luminarias es esencial para su durabilidad y estética. En iluminación exterior, materiales como el aluminio y acero inoxidable destacan por su resistencia a la intemperie y su estilo moderno. Elegir el material adecuado asegura protección contra corrosión y un diseño que complementa tanto entornos residenciales como comerciales, optimizando la longevidad del producto
La clasificación IP define la resistencia de las luminarias frente a polvo y agua, crucial en exteriores. Un IP65 o superior protege contra la lluvia y la entrada de partículas, asegurando durabilidad. Elegir una luminaria con la IP correcta garantiza su protección ante condiciones climáticas adversas y polvo, prolongando su vida útil en espacios exteriores.